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NOTA: 7.8

Sangre oscura: retrato de tres generaciones de mujeres malditas por los Dodds

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Sangre oscura: retrato de tres generaciones de mujeres malditas por los Dodds

¿Quién es el que empieza una saga de violencia intrafamiliar? ¿Qué crimen contamina la sangre de toda una familia?

Los Dodds están malditos. Eso lo saben desde Nedra, la anciana que pasa sus días cuidando a los niños desatendidos del barrio, hijos de padres maltratadores y prostitutas perdidas, hasta la joven Jan. A través de dos focos de interés, Tom Benn, el premiado autor ganador del premio The Sunday Times Young Writer of the Year Award del 2022, nos introduce en una atmósfera pringosa y resbaladiza, sangrienta y con el regusto a colillas de tabaco manchadas de carmín y cerveza en el suelo de una casa cualquiera. Y es que Sangre oscura es capaz de recuperar dentro de sus apenas 304 páginas el ambiente de una zona marginal de los suburbios de Mánchester en Inglaterra. Un instante de la historia plagado de violencia, pederastia, racismo y brutalidad donde un grupo de mujeres, siempre abandonadas, siempre olvidadas, intentan seguir a flote.

Esta es la historia de una sangre oscura y podrida que corre por las venas de los hombres de la familia Dodds y que los arrastra de vuelta a la muerte. Es la historia de Carol, Jan y Nedra, atormentadas por la violencia impuesta, desesperadas en busca de un retazo de conexión verdadera.

Argumento de Sangre Oscura: una novela sobre ausencia y redención

Década de los ochenta. En una casa perdida dentro de un barrio conflictivo en Mánchester, tres mujeres Dodds pasan el tiempo adoleciendo de alguna manera la ausencia de los hombres que han perdido en un accidente: hombres violentos, mafiosos y tiranos, ladrones y asesinos que pasaban el tiempo entre la cárcel y la casa donde daban rienda suelta a todo tipo de abusos y maltrato.

Ahora que Kelly, el menor de los tres, ha vuelto a casa tras pasar un tiempo encerrado, las agujas vuelven a girar. Nedra, la abuela, prepara un festín para recibir a su indolente nieto, el rey de la casa, el único varón Dodds que queda. Jan, la más joven de todas, se escapa con su amiga Alice para acostarse con cualquiera que pueda darle un poco de amor y mientras tanto, Carol, perdida en sus propias ensoñaciones, acuna un bebé que nadie quiere reclamar como suyo.

Un bebé que representa un futuro de sangre prodrida de la familia Dodds.

En busca de una conexión real: los hombres como centro de la unidad familiar.

Si algo nos queda claro desde la primera página en Sangre oscura es que la sombra de los Dodds, con su violencia injustificada, apariciones, muerte, atractivo irresistible y andares propios de los reyes medievales son, sin duda alguna, el epicentro de la novela. Y es que, como no podría ser de otra forma en una novela ambientada en los años 80, cada una de las mujeres orbita alrededor de la presencia masculina de mayor jerarquía a su alrededor, desesperadas por obtener algo de reconocimiento y de amor por su parte.

Nedra, la abuela siempre generosa, cocina desde las 10 de la mañana a las 18:00 solamente para recibir a un nieto que no valora ni su sacrificio, ni su presencia, ni mucho menos su comida, absolutamente acostumbrado a las luchas de poder que las mujeres parecen mantener a su alrededor con el fin de acaparar su atención. Así, desde las primeras páginas de la obra podremos ver cómo la anciana y la nueva novia de Kelly, Zuley, compiten por ver quién es capaz de hacer que Kelly coma, que le coja del brazo o que le preste la más mínima atención.

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Pero lo cierto era que, cuando Jim no estaba en casa, Nedra no rechazaba a ninguna cría, sin importar de quién, sin importar el qué. Alimentaba a cualquiera que llegase a su mesa: muchachos fugados del reformatorio de Rose Hill, con ese destello de miedo y vergüenza perceptible hasta en los más duros; muchachas pintadas y desdeñadas y con apenas un trozo de tela a modo de falda.

Esta dinámica en la que las figuras femeninas giran obsesivamente alrededor de ellos está presente en toda la obra, y la sombra de los Dodds es espectacularmente alargada. A pesar de que Jim y Sefton, los dos patriarcas de la casa, hayan muerto, su vida de violencia indiscriminada todavía protege a las mujeres que dejaron atrás y les permite tener un halo de respeto que las acompaña a lo largo de la historia y del barrio.

Tom Ben nos habla en Sangre oscura de estas tres mujeres incompletas y obsesionadas de alguna forma por el cariño de un hombre que ya no está y cada una parece representar, como [las moiras o hilanderas del destino](https://es.wikipedia.org/wiki/Parcas#:~:text=Son tres hermanas hilanderas que,%3A Cloto%2C Láquesis y Átropos.), una generación de mujeres Dodds aplastada por el peso de los fantasmagóricos recuerdos y dinámicas de los hombres de su pasado.

Nedra Dodds: la anciana cuyo amor se reserva para la cocina

Nedra encarna el pasado, la tolerancia a la violencia y la brutalidad. Es una mujer de la que pronto descubriremos que ha sido durante toda su vida maltratada por Jim Dodds, el cual se casó con ella, como se hacía antaño, por el simple hecho de tener una mujer sumisa y responsable que lo alimentase y pariese a sus hijos.

Nedra es compleja como lo puede ser una abuela o anciana a la que te sientes a escuchar. Como suele suceder con aquellos que se han criado en momentos de precariedad o de hambre (algo que sin duda le sucedió a Nedra teniendo en cuenta que tuvo que vivir la escasez de la II Guerra Mundial), esta transmite su amor a través de la comida, la cual prepara de forma abundante y reparte entre todos los críos del barrio.

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Nedra conocía la manera de consolarse, a largo y corto plazo, pero no sabía cómo consolar a los demás si no era con té.

A lo largo de la obra, y sobre todo conforme veamos la violencia de género, brutal y desmedida continuamente que sufrió Nedra en su pasado en manos de Jim Dodds, veremos que hay una enorme diferencia entre cómo la vivió ella y su nuera Carol. Y es que para la anciana, el hecho de que su marido mantuviese como amante a la mujer de su socio (Minnie), la golpeara, la vapuleara, la arrastrara de viaje sin tomarse ni siquiera las molestias de decirle adónde, era del todo normal y su obligación era callar ante tal despliegue de violencia. Así, a lo largo del texto, veremos cómo la propia Nedra justifica, en más de una ocasión, el trato que se le dio en el pasado.

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Solo había perdido a uno, a los cinco meses más o menos; una suerte de milagro que se le confirió cuando ya tenía cincuenta años. Había cabreado a Jim con un asunto sin importancia una noche que le pilló a malas y, bueno, ella misma se lo buscó, así como las consiguientes semanas de caos y dolor y lágrimas a escondidas, en ocasiones demasiado espontáneas como para ocultarlas, que llevaban a más problemas. Además, él después se portó bien y le regaló una olla Philips (comprada, no de préstamo).

Al igual que Carol y que Jan, de las que os hablaré más adelante, Nedra busca la redención a través de sus actos, de su continua asistencia a la iglesia, de sus cuidados al párroco local y al resto de los niños, desatendiendo de una forma totalmente disfuncional a su propia nuera, su nieta y su bisnieto, a los que nos les dedica ni una sola palabra de cariño y que, en el caso de Carol, se convierte en una acción de deliberada ignorancia, fingiendo que ni siquiera está presente en las habitaciones en las que esta se encuentra.

Carol: la redención no está en esta realidad.

Carol Dodds, la nuera de Nedra y sin duda el personaje más extraño de la novela por la que no es difícil sentir una pequeña repulsa al comienzo de la historia, evoluciona para ir desvelándote a la mujer rota, destruida e increíblemente interesante que pasa a ser. Y es que Carol no es ella: la vida se le hace intolerable. Convertida en la sombra de lo que solía ser, la viuda de Sefton ha pasado de ser una poquita cosa, una joven guapa hija de una mujer estrictamente religiosa y desapegada emocionalmente, para ser una mujer con sobrepeso que se arrastra por los suelos de la cocina limpiando obsesivamente el linóleo.

Carol Dodds, fascinada en un primer momento por Sefton, encarna de alguna manera este avance en la lucha de la mujer contra la violencia de género. A lo largo de sus capítulos, en los que retrocedemos al pasado, veremos cómo esta empieza a ser víctima de los arrebatos de impulsiva violencia de Sefton, que en todo busca imitar al desgraciado de su padre. Su historia nos habla de una joven inocente, arrastrada a los bajos fondos y a las discotecas, vapuleada y manipulada por Minnie, la amante de Jim, drogada en ocasiones, viendo todas sus necesidades ignoradas… hasta que conoce el amor. Vern es todo lo que ella no creía que pudiera existir en un hombre: es culto, entregado, generoso y sobre todo valiente. Sabe que estar con la mujer de Sefton Dodds, aunque este último esté en la cárcel, es una sentencia de muerte, y elige conscientemente quedarse a su lado y cuidar de ella el tiempo que les quede.

Tras la muerte de Vern, Carol se refugia en una paranoia, en una ilusión de que Vern se le aparece cada noche, en forma de espíritu, para comentar con ella los acontecimientos del día, para hablar de sus problemas y hacer el amor, ignorando el hecho de que Carol comparte cama con Nedra, su suegra, la cual pasa insomne la mitad de las noches debido a las lesiones internas que le ocasionó Jim en su momento.

Carol está obsesionada con su fantasía. Tanto es así, que su presencia en la novela es como un piloto automático: se arrastra de un lado a otro de la casa, come a solas, no se comunica con nadie, ignora flagrantemente a su hijo Kelly cuando vuelve al hogar y a su hija Jan en sus desesperados intentos de llamar la atención de alguien. Y sin embargo, en su relato, a pesar de haber sido traicionada por Nedra cuando ella intentó fugarse con Vern, a pesar de que Vern la golpeó y arrastró de vuelta adonde él quería y asesinó a la única persona que ella amaba, no los culpa ninguna vez. Todo lo que no se dicen los personajes entre ellos pesa y flota en el ambiente de la novela con un olor a tabaco rancio y restos de cerveza aguada.

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«Los lobos son cosas. Violentas e implacables. Fuertes, aunque sean cobardes.»

—¿De quién es eso? —preguntó Carol. —¿De Shakespeare?

—De alguien.

—Seguro que de un maldito hombre.

Vern, muerto, entró en su cama para volver a follar. Eran delicados y risueños y él sería incapaz de hacerle daño, lo cual le dolía, y el amor que ella sentía hacia Vern era aún tan intenso que necesitaba apretarle cada noche hasta que sus brazos se agotaban, solo para poder dormir.

Jan Dodds: el amor es esquivo a aquellas que lo buscan desesperadamente.

La tercera generación, el futuro de esta familia con la sangre podrida, es Jan: sin duda alguna mi personaje favorito. Jan, joven e impulsiva, ha descubierto que su sexualidad es una forma maravillosa para poder atrapar durante unos segundos el cariño de los hombres.

Y es que Jan, hija de Carol, también está presa de esta maldición que cae sobre las mujeres Dodds: adora a su hermano Kelly, pero no sabe cómo transmitir su descarnada necesidad de afecto por su parte. Kell, incapaz de comunicar sus emociones de forma saludable debido al hogar violento y profundamente machista en el que se ha criado, no ve que su hermana se ahoga en un mar de ansiedad y necesidad sin su amor, y este nuevo silencio entre los personajes detona en situaciones en las que Jan busca autodestruirse con una dinámica propia de alguien con un trastorno de límite de personalidad.

Porque Jan es destructiva: seduce a cualquier hombre con una enorme facilidad, y cuando se da cuenta de que no hay reto en ello, de que no obtendrá ningún tipo de resistencia, de que no son el amor que desesperadamente busca de un padre ausente y un hermano inaccesible emocionalmente, se dedica a burlarse de ellos.

Jan es violencia y necesidad: es una niña desesperada por alguien que le marque un poco de estructura que arrastra a su mejor amiga, una Alice disfuncional hija de una madre con problemas de alcoholismo, a cometer todo tipo de barbaries: tríos con desconocidos en el bosque, robos, etc. Y mientras tanto, ella vaga de un lado a otro: saltándose las clases, bebiendo hasta caer rendida, entregándole su cuerpo a cualquiera y reaccionando agresivamente en cuanto ve que este intenta contenerla o dominarla.

Símbolos y signos: la inocencia perdida, el control de las mujeres ignoradas.

Sangre oscura es una novela extraña cargada de una simbología y de pequeños detalles que hacen que vayas reconstruyendo la trama y la realidad de cada una de las tres mujeres pieza por pieza. A lo largo de uan narrativa enormemente escatológica, donde se habla abiertamente del racismo intrínseco en Mánchester en los años 80, de corridas y colillas, de escenas masturbatorias en un baño público, el autor busca transmitirte el pulso de uan sociedad que estaba cambiando radicalmente y que todavía arrastraba parte de los problemas congénitos de los años anteriores y la posguerra.

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A la hora del almuerzo, Carol se sentó en el retrete y escuchó como un sacerdote los sollozos de Bev al otro lado de la pared divisora. Cuando pasó su media hora ambas se habían escuchado mutuamente, una llorando, la otra corriéndose. Carol se aseguró de que así fuera.

Al mismo tiempo, las mujeres Dodds se obsesionan con pequeñas rutinas y manías que repiten a lo largo de la obra y que simbolizan cómo se tratan a sí mismas y su búsqueda de redención. Nedra se bebe un chupito de vinagre cada día, especialmente después de circunstancias y momentos traumáticos. El vinagre, por su sabor amargo y agrio, podría simbolizar las experiencias amargas y difíciles que enfrenta en su vida y representaría su lucha constante y su resistencia frente a las adversidades. También es posible que lo beba buscando protegerse y que la ritualidad del proceso le de una sensación de control o estabilidad en un entorno de vida inestable.

Por otra parte, Carol limpia sin parar los suelos de toda la casa. Es especialmente interesante que ella misma declare que no limpia ninguna otra superficie, ya que el suelo de linóleo, tal y como ella enfoca la limpieza, es una actividad brutal y claramente dolorosa para ella. De rodillas, con un cepillo, se dedica a sacarle brillo a cada azulejo, arrastrándose, haciendo que esta acción aparentemente vacua con la que llena su tiempo libre a la espera de que caiga la noche y vuelva el fantasma de Vern, es muy similar a la que realizaban los penitentes hora tras hora en busca del perdón por sus actos.

Por último, Jan parece tener una obsesión por recolectar y romper botellas de cristal contra las fachadas de las casas o los coches, lo cual podría ser una búsqueda por liberar sus emociones reprimidas como la ira, el estrés y la frustración. Asimismo el cristal, a menudo visto como algo frágil y precioso, al romperse puede simbolizar el rechazo de la joven a mantenerse en una situación de vulnerabilidad.

La maternidad: un tema tabú y pendiente todo el tiempo que flota sobre la novela

Existe algo profundamente roto en las relaciones materno-filiales. Nunca vemos a Nedra hablar con cariño a su hija, ni a Carol tratar con amor a Kell. Y luego tenemos a Jan, que desprecia a su bebé con tanto ahínco que le escupe cuando lo ve, que no es capaz ni de mirarlo a la cara, que rechaza de pleno su existencia.

No hay amor entre las madres y sus hijas, ya que de alguna manera, Sangre oscura nos hace ver que la obsesión y la sombra que proyectan los hombres de la novela abarca tanto espacio mental que no hay lugar para el cariño y el amor a otra mujer, que ha nacido por y para competir por la atención de otro hombre Dodds.

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Las madres nos odian solo por tenernos, y solo por por ser chicas. Así que te obligan a crecer así, como ellas, tristes, y luego encima te odian más por ser así. Pero a las chicas no nos meten en Rose Hill, ¿no? Así que no pueden pararnos.

Mi opinión sobre Sangre oscura

Sangre oscura es una novela diferente que te descoloca desde la primera página. Representa un salto a un estanque negro y oscuro donde asomar ligeramente la cabeza para descubrir los secretos que ocultan las familias. Y es extraño cómo, conforme más vas leyendo, más sentido tiene el comportamiento de cada una de las protagonistas.

A lo largo del proceso de lectura me costaba poder resumir de qué trataba realmente el libro, ya que Tom Benn va colocando poco a poco las piezas y busca a propósito confundirte con los nombres, el parentesco y los personajes de la obra. Y sin embargo, de pronto, esta reseña de 2.800 se me antoja corta para hablar de todo lo que esconde la obra.

Es especialmente destacable, la edición de Mapa editorial, que estrena su catálogo con tres obras entre las que se encuentra Sangre oscura. El librito es suave, blando, enormemente portable y se hace muy muy muy cómodo de leer en cualquier parte, haciendo que la experiencia de lectura de la obra de Tom Benn arranque ya desde un punto positivo. Al mismo tiempo, como parte de la experiencia de Mapa Editorial, estos te animan a que durante el proceso de lectura te apoyes en la sección de cartografía de su web, donde suben una ingente cantidad de fotografías, una lista de reproducción de spotify con todas las canciones que aparecen en la novela y varios elementos artísticos y audiovisuales ligados a la novela que sin lugar a dudas amplian la experiencia que te puede ofrecer Sangre oscura.

Y dejadme que os diga que ha sido increíblemente refrescante poder leer la novela e imaginarme en las fotografías de Tom Wood a Jan y Alice, a Carol, con la moda recogida por Janette Beckman y sus fotografías de subcultura siempre presentes y a ritmo de Cheryl Lynn en bucle.

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